Cuando
era pequeña mi abuela nos hacía por estas fechas dulces típicos de su pueblo.
Torrijas, como las de la anterior entrada, pestiños, y sus famosas empanadillas
de cabello de ángel. La recuerdo en la cocina mezclando los ingredientes para
la masa, encendiendo la estufa pequeñita que tenía y poniendo el barreño
delante de ella para que la masa cogiese temperatura y levase bien.
También
recuerdo que me encantaban, y que estaba deseando que las terminase para poder
comerme alguna.
Más
tarde fue mi hermano mayor quién cogió el relevo y empezó a hacerlas igual de
ricas, y ahora me toca a mí…
Tendré
que invitarlo a merendar a casa para que me diga si las he hecho bien.
Empanadillas
de cabello de ángel
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150 ml de aceite de oliva virgen
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100 ml de vino blanco
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350 gr de harina de repostería
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1 cáscara de limón
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1 cucharadita de levadura (tipo Royal)
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1/2 cucharadita de sal
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1 cucharada de anís en grano
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50 ml de anís dulce
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Cabello de ángel para rellenar ( he usado el de Mercadona)
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Aceite de oliva para freír
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Azúcar para rebozar
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Canela en polvo para rebozar
Freímos
en una sartén la cáscara de limón en los 150 ml de aceite a fuego medio, de
manera que aromatizamos el aceite y no estará crudo a la hora de trabajarlo. Lo
colamos y dejamos enfriar.
Ponemos
el aceite en un bol y añadimos el vino, la sal, el anís en grano y el licor de
anís. Añadimos poco a poco la harina tamizada con la levadura, removiendo con
una cuchara de palo. Cuando la masa empieza a tener cuerpo la trabajamos con
las manos, hasta que esta se despega de nuestros dedos y su textura es fina y
brillante.
La
dejaremos reposar en una zona templada una hora más o menos tapada con film.
Yo
he calentado el horno antes a unos 50/60 grados. Lo he apagado y he introducido
la masa dentro.
Pasada
la hora extenderemos la masa con la ayuda del rodillo dejándola finita, pero
que no se rompa. Si al estirarla se nos hacen agujeritos es que le falta algo
más de harina. Se la añadimos, amasamos y volvemos a estirarla.
Con
un cortador de empanadillas o en su defecto (como es mi caso) con una taza de
desayuno de boca grande, iremos cortando círculos que rellenaremos con el
cabello de ángel. Las cerramos y presionamos con un tenedor para sellarlas bien
y así al freírlas no se nos escape el relleno.
En
una sartén con abundante aceite freírlas a fuego medio hasta que estén doradas
por ambos lados. Las escurrimos un poco en papel de cocina y las rebozamos en
la mezcla de azúcar con canela.
Una
vez frías las guardaremos en un recipiente hermético y en mi casa además, en un
lugar recóndito para que no se las coman todas
el primer día….
Hasta
pronto!
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